24
años de peronismo político como una forma de clase dominante en la Argentina,
que define el rumbo social, político, económico y cultural desde su práctica
desde el Poder del Estado, y que determina una composición orgánica de las
instituciones de la República, está tejiendo una telaraña de Poder de manera
evidente desde las perspectivas de la dialéctica materialista. El peronismo realiza
una relación de hechos de corrupción que los tiene de sujeto activo y agente.
Desde el inicio de esta última etapa
peronista, de estos 24 años, se ha organizado un sistema de relaciones de
corrupción con las privatizaciones de empresas estatales a las que se les adosó
empresas de servicios manejadas por sindicalistas peronistas que actuaban
dentro de esas mismas empresas estatales. Por ejemplo, en los ferrocarriles se
le ha dado a Pedraza la empresa de servicios para los ferrocarriles del
Sarmiento. Empresas que son obligadas a ser contratadas por la privatizada que
capturan grandes desembolsos desde el Estado. Es un gran favor de cambio dado
que sin ellos, los sindicalistas, no hubieran sido posible las privatizaciones en
los primeros años 90. Así, esta naciente corrupción “productiva” de ganancias a
los peronistas tanto en el gobierno como en las empresas fue una organización
delictiva dentro de los ámbitos de las empresas privatizadas con el Estado. La
gran masa de dinero y de la caída subsiguiente de las ganancias hace que, en
los mediados del 90, el Estado tome grandes créditos para pagar el gran aparato
corruptivo para que las empresas nacionales funcionen aunque sea de modo
precario. Llega un momento crítico de acumulación de deudas, en los 2000, que
fue imposible seguir pidiendo prestado a los usureros internacionales. Se llega
a si al fin de la etapa primaria, o primera fase, de este modelo económico que
al no ser modificada aunque sea en parte, hizo estallar en mil pedazos a la
economía real a fines del año 2001. Al
necesitar más dinero se apeló a saquear las cuentas personales de millones de
ahorristas. Y sin poder solucionar el problema de la corrupción de privatizadas
y sindicatos expoliadores, como base profunda del problema, se abrió otro más grande en la superficie de sociedad
civil económica de la argentina, haciendo estallar por el aire. El gobierno de
ese periodo de paréntesis político, que no quiso, o no vio, esta escandalosa
corrupción peronista también voló por los aires literalmente en helicóptero.
Se llega así a la etapa superior del
sistema primario de la corrupción peronista. Parcial porque se daba dentro de
las ex empresas estatales y sus expoliadores los sindicatos peronistas,
llamados burocráticos, pero que dejaron una gran ganancia de dinero para sus
dirigentes. Tanto que estos, fiel a la cultura argentina, invirtieron en
estancias de ganado vacuno y de producciones agrarias. En los años posteriores
al 2001 se va a ampliar este proceso de producción de plusvalía basado en la
corrupción de empresas y obras dentro del espacio público hacia otros ámbitos públicos.
Las
grandes obras públicas como, pavimentación de rutas, autopistas, viviendas son
realizadas por nuevas empresas contratistas creadas bajo la supervisión federal
del mismo gobierno. Las obras públicas
de plazas, edificios de centros culturales, espacios públicos específicos como
tecnópolis, y otros son hechos sin ningún tipo de control presupuestario y
fuera de él, donde se pone a circular cantidades de dinero sin dar cuenta a
nadie. Mientras que por otra parte surgen empresas de amigos, como las de los
juegos de casinos, y de empresas de medios que se amplía y crece cada día que
pasa discriminando las pautas oficiales que financian a los amigos y
desfinancian a los no amigos. Esta es la segunda etapa o etapa superior de la
corrupción orgánica del Estado Nacional de estos días del 2013.
La fuente de financiación de todo este
sistema corruptivo de la economía nacional surge de la renta agraria argentina. Renta que además tiene un alto
componente de renta extraordinaria por la calidad de sus suelos y sus grandes
extensiones. Este modelo de economía nacional que hace circular la renta
nacional hacia el sistema de corrupción de producción de acumulación de esta
renta en los dirigentes y amigos del peronismo va conformando esa clase
dominante dentro de nuestro país. Con la particular relación de que el sistema
de producción de ganancia de dinero tradicional de capital argentino no se
halla afectado en sus desarrollos. Todo depende de la renta del campo. Pero
mientras crece el poder económico productivo del ámbito peronista los demás
sectores económicos entran a depender de esa clase y por eso en dominante. Sin
embargo, como el dinero que surge de la renta proviene del intercambio de mercancías
internacionales, y su interrupción eliminaría todo este círculo perverso de la economía
argentina, queda de modo dependiente de este mercado. De esta manera se ve que a los intereses extranjeros quedan a
salvo de los zarpazos de empresas de los amigos y funcionarios peronistas. Las
empresas extranjeras en corporaciones que manejan el comercio mundial si ven
peligrar sus inversiones en la Argentina pueden trabar el intercambio de
cereales y carnes o trabar las cuentas bancarias de los funcionarios y
peronistas en el extranjero.
Entonces, tenemos que las necesidades
del sistema orgánico de corrupción argentino va a tener que operar en mayor
escala, esta vez en la producción real del aparato productivo argentino
adquiriendo fábricas y empresas distribuidoras o de servicios de energía. Pero
la adquisición a precio de quiebra es la mejor manera para ellos tal como la
empresa de imprimir billetes lo hizo el vicepresidente Boudou. Para tramar toda
esta segunda etapa superior, expandiendo el modo de corrupción productiva, es
que se lanzó ese avance hacia el Poder Judicial. Interviniendo la justicia y
creando las condiciones de legalidad a sus medidas perversas para quedarse con
empresas que podrán ser expropiadas por decisión gubernamental.
La historia nos ofrece innumerables nacimientos de clases sociales
que luego son dominantes cuando sus agentes se apoderan el Poder del Estado. Este
tiempo del peronismo es una más en la historia de los países en la que se
intenta la ascensión de una clase subalterna a la posición dominante dentro de
una nación, pero que no lo hace por ser mejor económicamente sino por corromper
las funciones del Estado Nacional hacia un grupo de amigos partidarios. Las
clases sociales realmente ascienden a la posición dominante cuando son más productoras
de más valores nuevos, en bienes de cambio y de bienes uso, de lo que eran las anteriores
clases dominaban la producción. El sistema de corrupción general de este período
es un gasto enorme consumo de riqueza y resta también no dando ningún bien de
cambio equivalente por su funcionamiento. Lo que equivaldría decir que es una
clase parasitaria que intenta ser forzada ser la dominante sin tener recursos
reales concretos para ese fin. Un suicidio económico estrepitoso.
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