En mayo de 1973, en el marco de la
conquista del gobierno por la lucha popular que derivó en las elecciones de
marzo tomamos en Hogar Escuela N° 20 de Granadero Baigorria. Las tomas de
instituciones, fábricas y organismos estatales eran para garantizar el traspaso
del gobierno militar a un gobierno revolucionario. El auge popular por hacer un
gobierno era impresionante, las masas obreras movilizadas recorrían la historia
para hacerla suya. Posteriormente esto no fue así pero eso es otro relato. Este
es personal. Tomamos el Hogar Escuela para echar a los administradores más
fieles al gobierno militar anterior y colocar a quienes adherían al nuevo
gobierno electo. Estuvimos allí cuatro días. Las instalaciones permitían
permanecer las 24 horas con alimento, descanso y actividades de seguridad:
recorridas por los predios, patrullajes, vigilancia y control total del
establecimiento. Para esto estábamos armados con pistolas de bajo calibre, una
ametralladora de apoyo y municiones de guerra.
Este fue el primer contacto con el
edificio por dentro. Entre las actividades estaban las de habilitar sectores
clausurados por la administración militar. Abrir el salón de actos, abrir los
dormitorios cerrados, la ropería, la lavandería identificando las llaves
correspondientes de un manojo de cientos de ellas para el uso cotidiano.
Cuando estábamos planeando seguir
administrando este establecimiento se produce lo que sería el fin de las tomas
en todo el país. Perón condicionaba su retorno en Junio si la Juventud
Peronista levantaba todas y cada una de sus tomas revolucionarias. En horas
agitadas por una orden discutida se decide abandonar el Hogar Escuela antes de
contradecir al órgano del Partido Justicialista. Habrá sido esto para los
primeros días de Junio de 1973. La llegada de Domingo Perón fue el 20 de junio
y fue como todos saben el giro violento de la dirección del gobierno
materializado con la matanza masiva de jóvenes que paralizó todo empuje hacia
una situación revolucionaria en la Argentina. Esos días fueron muy agitados con
reuniones de todo tipo y algunas de ellas anticipaban este giro del gobierno
por parte de Perón por lo que optamos en Granadero Baigorria de incorporar a la
Juventud Peronista local en algunas de las vertientes que se disputaban el
espacio político del país. No tuvimos problemas en mantener fuera nuestra
fuerza de todas las regionales y nacionales por lo que pudimos salvar muchas
vidas en nuestro pequeño pueblo de entonces. Pero también este es otro relato
disgregado del que me preocupa ahora.
En los meses siguientes a Ezeiza
empecé a ir a los cursos de adoctrinamiento para cuadros junto a otros jóvenes
de la Juventud. Tuve así una preparación política muy intensa con dirigentes
nacionales de la Juventud Peronista Encuadramiento. Esta organización era la
segunda más importante después de Montoneros y se mantenía en el centro, de ese
periodo político, entre ellos y la Juventud Sindical de extrema derecha. En
esas reuniones regulares se podía saber antes lo que iba a suceder en la trama
política de la Argentina. Así podíamos actuar preparados para lo que iba a
venir y que muchas no eran muy agradables sino muy temibles. Como cuando Perón
insulta a la Juventud Regional Argentina, rama política de Montoneros, en la
Plaza de Mayo el 1 de Mayo de 1974. Nuestro accionar previo fue desalentar la
movilización para quienes iban detrás de la Regional II de Rosario y evitar así
su expulsión pública del peronismo. Cuando Perón muere todo esto no sigue más y,
como en un tiro de bolas del billar, el movimiento seguía por si solo y nadie
sabía como iba a ser la próxima carambola puramente azarosa
Volviendo al año 73, para fines de
julio se concierta una reunión ampliada de la juventud en el local del partido
justicialista en donde se comunica que el diputado nacional Hipólito Acuña trajo
desde el Ministerio de Educación de la Nación 76 cargos que se repartieron en
esa unidad básica para los que no tenían trabajo. Entre ellos entré en la lista
de nombramientos para ingresar al Hogar Escuela. Para principios de septiembre
me llegó una carta del Ministerio de Educación notificando mi designación al cargo de categoría 1 en el
Hogar Escuela. El ministro de educación era Taiana.
El 12 de septiembre entré
formalmente a trabajar en el Parque cuyo encargado se llamaba de apellido
Palermo. El parque era el sector encargado de cortar los yuyos, juntar los
residuos, y en esa época mantener una chanchería con cerca de cien porcinos. No
era un trabajo muy agradable para mí por lo que buscaba salir de ese sector y
entrar en mantenimiento. La categoría 1 era la de peón, para entrar en
mantenimiento se necesita por lo mínimo la categoría 2 de ayudante. Así que mi
única alternativa era que algún profesional me pidiera informalmente como
ayudante. Por lo que iba a donde estaban los encargados de pintura,
carpintería, herrería, cocina para ver si podían pasarme del parque a
mantenimiento. Con los meses muchos de los ayudantes que entraron empezaban a
pedir licencia porque el sueldo era bajo y fijo. Uno de ellos fue el ayudante
del pintor por lo que le pedí si lo podía remplazar. Estuve como pintor unos
tres meses. Tiempo en que regresó Anchabal, el ayudante que prefería el puesto
estable antes que el avatar de la cuenta propia. Volví al parque hasta que un
día vino el electricista Bertero y le dije que yo había estudiado electrónica
en una escuela privada de entonces. Me dijo si sabía de circuitos en serie y en
paralelo a lo que le explique que eran esos circuitos en la práctica. Ese mismo
día me pidió como ayudante. El problema de Bertero, y de otros electricistas
del Hogar Escuela, que eran tres en ese año, radicaba en las llaves combinadas
de los dormitorios de los niños y niñas que forman el ala norte y sur del
establecimiento. Como yo sabía interpretar los esquemas de circuitos trataba de
encontrar la solución haciendo planos peor veía que faltaba algo. Cuando fui a
ver los interruptores en los dormitorios vi que tenia otros terminales a los
comunes y pude así hacer el circuito eléctrico esquemático y arreglé ese
problema que dejaba sin luz a gran parte del Hogar. Esto me valió el lugar de preminencia
con los electricistas a pesar de no tener categoría designada para ello. Sin
embargo desde los primeros meses del año 74 quedé para siempre como
electricista reconocido por las autoridades del Hogar Escuela.
El cargo de electricista es un
puesto estratégico en cualquier establecimiento laboral. Tiene incumbencia en
todos los ámbitos y lugares. Y nada puede ser restringido a su acción laboral.
Por lo que no quedó ningún lugar sin que lo hubiera inspeccionado. Sobre todo
esos primeros meses del año 74 cuando todavía estaba vigente el espíritu de
recomponer todo el accionar del hogar con todas sus capacidades. Con Bertero,
(tenía un nombre difícil) caracterizado peronista empezamos a investigar todos
los lugares no públicos en busca de los famosos símbolos del peronismo del 50.
Encontramos una ropería, un depósito de vestidos y trajecitos para chicos de
paño como si fuera una gran tiende. Pero la ropa estaba muy pasada de moda y
sería ridículo su uso, por lo que esa ropa permaneció allí hasta que cerró el
Hogar.
Los túneles es el lugar central para
las instalaciones estructurales del edificio. Por allí se distribuye la cañería
de agua caliente, y los cables de la instalación eléctrica. Una de las tareas
fue poner una iluminación más abundante en esos túneles que recorren
exactamente debajo de los pasillos de planta baja. Las dimensiones del túnel es
de: 2.5 metros de altura; 4 metros de ancho. Y la extensión total llegaría a
los 900 metros. Aunque estuvimos buscando paredes falsas con lugares ocultos
durante mucho tiempo se puede constatar que no hay nada que pueda ser usado
para algo que no sea el designado.
Otro de los detalles de la
construcción lo constituyen los techos. El techo del edificio forma un
entrepiso de maderas. La caída a dos aguas del techo de tejas forma un
triángulo interno de casi tres metros de altura disminuyendo a pocos
centímetros cerca de las medianeras externas. Esto permite el pasaje por todas
las instalaciones que por debajo, en planta baja, están tabicadas por paredes.
Es decir, entrando por una de las entradas de techo falso se puede acceder a
cualquier área del edificio. Se puede hacer un paseo interno por los 4 sectores
principales con los que está dividido el edificio. Como dije más arriba, el
electricista necesita entrar a estos sitios, puesto que por allí se encuentran
las cajas y caños de la instalación eléctrica que alimentan las bocas de techo
cuando tiene que ser reparado algún desperfecto grave. Pero el secreto está en
que una oficina o dependencia de trabajo cerrada con llave se puede ingresar
igual desde el techo.
El otro lugar que constituye
particularmente al edificio es su salón de actos. Diseñado con medidas de
teatros europeos importantes en su relativa dimensión para que su acústica sea
excelente. La voz desde el escenario llega hasta el final del salón amplificado
por la existencia del techo que forma el cielorraso de yeso. Arriba del
escenario esta abierto y el sonido sube por allí y se expande sobre el salón.
Si al salón de actos se lo mira desde el patio interno del edificio se puede
notar que su altura es de casi dos pisos mientras que en su interior casi es la
tercera parte. La gran cavidad aérea interna por sobre la sala de espectadores
le confiere ese sonido que todos aprecian cuando trabajan en él. Pero las
dimensiones son chicas porque fue pensado para el público infantil, sus butacas
por ejemplo son para cuerpos pequeños y no para un adulto relleno.
El salón de actos es un teatro. Su
escenario tenía todas las cosas que un teatro necesita, las tramoyas, que son
amarras y roldanas para subir y bajar escenarios pintados, fondos de escena,
las marquesinas de luces, que iluminaban distintos fondos haciéndolo aparecer y
desaparecer. Un camerino debajo. Todo el circuito eléctrico fue restablecido ya
que el anterior jefe de mantenimiento, un tal Bianchi, que hicimos salir cuando
tomamos el Hogar Escuela como se comentó al principio, al no saber nada de
electricidad directamente anulaba los circuitos que presentaban mal
funcionamiento. El tablero de electricidad de escenario tenía un complicado
circuito por lo que prácticamente el salón estaba fuera de uso al no poder
encender casi ninguna de las luces. Cuando me puse a investigar ese tablero en
los ratos que tenía libre (que eran muchos) vi que estaban en serie con otro
tablero que no sabía de donde venía. Buscando por abajo del edificio y por
arriba no daba con otro tablero que estuviera fuera de la vista. Buscando por
todo el salón donde pudiera haber algo vi que la pared contraria al escenario
habían huecos para proyectar películas y me acordé de su pasado como cine de
Baigorria para los chicos en los años 60s. Quise entrar a la sala de
proyecciones pero no había llaves disponibles. Le dije a Víctor Fallivene, el
Jefe de mantenimiento, pero no tenía ninguna llave. Le dije al director Oscar
Noreña que para habilitar el salón de actos debía entrar a donde está el
proyector para ver el circuito eléctrico completo. En realidad no había ningún
plan de habilitar el salón de actos, era algo que hacía yo porque disponía de
tiempo para hacerlo después de reparar algún problema que se hubiera presentado
en el día. Es sabido que en el empleo público se dilatan las cosas para simular
un gran tiempo ocupado, para eso se usa los métodos administrativos y para
cambiar un tubo fluorescente en un aula quizás se demore toda una semana. Si
bien no soy un adepto al trabajo como a todo humano, tampoco me gusta perder
tiempo tratando de que pase el tiempo. Así que cuando veía que el algún aula
fallaba un tubo iba le pedía permiso a la maestra para cambiarlo, cosa que
hacía con alegría, y arreglaba el problema. Luego le decía a la maestra que
hiciera la nota de pedido para cambiar el tubo para que le diera de baja y yo
podía justificar el faltante. Como las notas llegaban a la semana siguiente y
el problema estaba arreglado Tenía esos tiempo ya ganados para hacer estas
cosas de arreglar lo más complejo sin preocuparme de quejas de notas no
cumplidas. La cuestión fue que le dije al director que podía poner el salón en
condiciones para hacer actos allí en mejores condiciones. El problema era que
la llave estaba desaparecida. Precisamente el permiso era poder entrar porque
llave la podía hacer con una ganzúa. (Ya la tenía hecha y había entrado pero
sin autorización me hubieran sumariado) Me dijeron que si, si podía entrar y
arreglar todo que hiciera lo que quisiera. Entonces entre a la sala de
proyecciones que tiene dos plantas y empecé a desentrañar el misterio de la luces
de todo el salón. Restablecí toda la iluminación del salón pues estaban mal
puenteadas las llaves a propósito en el tablero de los proyectores de cine. A
las pocas semanas les mostré a las autoridades el buen funcionamiento de todo
el salón de actos, la buena iluminación que había logrado arreglando las luces principales
y las difusas, las del escenario y la de las marquesinas. Las cosas en el salón
de actos empezaron a andar y se programó actividades regulares desde entonces.
Cuando había funciones de actos escolares iba a manejar el tablero para
iluminar bien el salón. También iba cuando
había funciones de teatro a explicarle el manejo de las luces a quienes se
encargaban de eso en las compañías que venían.
Anexo al salón de teatro esta el
cine. Poder entrar a la sala de proyección me permitió ver que existían dos
proyectores de películas de 35 mm. Los fui analizando hasta ponerlo en marcha y
ver que funcionaban. Encendí las fuentes de luces. Todo andaba, estaban los
lentes que decía que se los habían robado. Faltaba hacer rodar la película.
Trajeron a varios operadores de cine de Rosario pero no conocían esas máquinas.
Las máquinas eran de marca Phillips. Hechas en Holanda. Eran muy modernas
comparadas con las que habían en Rosario en esos años. No había caso, nadie
lograba hacerlas andar con la película. Así que de vez en cuando iba a ese
sitio a ver si podía enhebrar la cinta de manera que corriera bien. Fue toda
una aventura mecánica para descubrir porque no la podían hilvanar correctamente. Cuando logré que la
película pasara sin problemas por los carreteles de todo tipo casi salto hasta
el techo. Encontré electrodos para la luz del proyector y puse todo el aparato
en marcha proyectando una película en blanco y negro que estaba ahí en uno de los
cajones de cintas. Por supuesto, les dije a todos lo logrado, vinieron a ver
como se veía el cine y desde ese día se empezó a programar cine para los chicos
del Hogar todos los jueves a las cinco de la tarde. Las películas las pasaba yo
y habré pasado innumerables películas que nos prestaba la distribuidora de cine
de Rosario. Las películas no eran de las taquilleras pero si para un público
infantil. Las películas que mas nos daban, porque en esa época no las veían
nadie eran las de la pantera rosa, el correcaminos, en 35mm y en colores.
Muchos años antes que la pantera rosa fuera famosa por tv yo las veía y me
atrapaban sus dibujos espectaculares y humor. Sobre todo las del correcaminos
que en la pantalla de cine era impresionante ver caer ese dibujito hacia el
fondo del precipicio y esas cosas que todos vimos en televisión cuando se
popularizó la televisión en colores, ya que los colores de estos dibujitos son
impactantes.
Esto transcurrió de esta manera hasta
mediados del 75. Para mitad de ese año la situación política era caótica. Los
paros se multiplicaban todos los días. Volvían los atentados con explosivos,
faltaban mercancías, azúcar, tabaco, comestibles, la inflación era un
descontrol. Para finales de ese año la sensación laboral era la de unas
vacaciones eternas, quita de colaboración, paros de dos a tres días, sueldos
que duraban una semana y vuelta a pedir aumentos nacionales. También el Hogar
Escuela tenía su actividad alterada, porque cuando no era paro de docentes eran
paros de estatales nacionales. Así que para fin de año las vacaciones se
alargaban para evitar conflictos. El año siguiente, los dos primeros meses en
que aún no había clases el hogar estaba casi
cerrado y con muy poca actividad laboral. El personal estaba pendiente a
las agonías del gobierno de Isabel Perón esperando que se sostuviera hasta el
año siguiente para entregar el gobierno a otro que se eligiera en octubre del
76. Yo para ese entonces buscaba alguna agrupación de izquierda para militar
para que el socialismo triunfe en las elecciones ante la decepción que
significó el peronismo y todos los peronistas habidos y por haber. Para mitad
de febrero las cosas seguían peores y para las primeras semanas de marzo se
empezó a notar una calma que precede las tormentas. En la semana del 24 de marzo de 1976 los
aprestos militares se veían en las rutas del país trasladando tropas de
soldados hacia los núcleos urbanos. La noche del 23 no durmió nadie y a la una
o dos de la mañana surgió el comunicado numero 1 poniendo fin a todo atisbo de
esperanza política para el futuro de esos días. En el Hogar hubo una especie de
desbande. Ver a donde iban a parar algunos, y empezaba la intriga y nadie
hablaba con nadie de política o cosa que se le pareciera. En esas semanas, el 2
de abril de 1976 me llega un telegrama del ejército para presentarme para hacer
el servicio militar obligatorio el día 19 a las 6.00 am en la estación de
trenes Rosario Central. Presenté el telegrama en el trabajo y estuve hasta el
día anterior no haciendo nada como velorio de irme a la milicia cruda y
obligada.
El 19 a la mañana salí solo con el
documento, con la peor ropa que tenía, sin dinero ni nada más que el telegrama.
Iba como desnudo hacia ese lugar en el que me darían otra vestimenta y otro
lugar aventurado para vivir.
Bueno,
el servicio militar es todo otro relato. Lo principal de esto es que yo no
creía que sabían todo mi pasado en Baigorria como militante político. De algún
modo habrán respetado eso ya que personalmente nunca me dijeron nada sobre eso.
Es justo decir, la verdad porque no tuve más problemas que los que genera la
disciplina militar, lo cual tiene su lógica porque se trata del manejo de armas
de combate y un descuido o algo dejado al azar significa la muerte segura. Pero
eso aparte, solo me dejaron vislumbrar (aunque de esto me di cuenta años
después) cuando les pregunté porque no me llevaban a la cárcel de rio tercero
si casi todos los que estaban allí ya había ido. Me dijo el cabo primero a
cargo de la compañía que yo los dejaría escapar. Pensé que lo dijo por mi
torpeza militar. Pero cuando supe lo que pasaba en las cárceles, cuando la
vuelta de la democracia, me di cuenta que lo decía por que yo simpatizaba más
con los guerrilleros que con ellos.